La Reserva Natural Estatal de la Isla de Vivara es uno de los lugares emblemáticos del Golfo de Nápoles. Con su particular forma de media luna, tiene un perímetro de unos 3 kilómetros y su punto más alto (110 metros sobre el nivel del mar) se encuentra justo en el centro del territorio. Conectada por un puente a la isla de Procida, está completamente deshabitada y es un oasis para varias especies de aves, que viven aquí en completa tranquilidad.
Gracias a los importantes trabajos de excavación, iniciados en 1975 y realizados primero por la Universidad del Estudio de Roma La Sapienza y posteriormente por la Universidad Suor Orsola Benincasa de Nápoles, se pudo constatar la existencia de un fermento económico y cultural que se remonta a la Edad del Bronce, con testimonios importados del Egeo. Además, en el siglo XVIII, el rey de Nápoles Carlos III transformó la salvaje Vivara en un coto de caza, enriqueciéndola con la presencia de corzos, conejos y faisanes.