La Abadía de Santa Maria di Pulsano se encuentra en una meseta a unos 8 kilómetros del Monte Sant’Angelo, en la provincia de Foggia. Construido en 591 sobre los restos de un lugar de culto pagano, fue el hogar de los monjes de la orden de San Equizio. El portal decorado con motivos naturalistas es claramente reconocible, mientras que la nave única es famosa por la hermosa bóveda de cañón y el precioso arquitrabe que abre la vista al altar del siglo XVIII, a la zona del ábside excavada en la roca y al recinto del Monasterio.
Uno de los atractivos más significativos, y sin duda el más evocador, es el conjunto de diversas ermitas que sirvieron de vivienda y que rodea el conjunto religioso. Llegar a ellos no era tarea fácil; de hecho, los únicos medios disponibles para los ermitaños eran escaleras empinadas y cuerdas. Después de un período de abandono y decadencia, en 1997 el entonces arzobispo Vincenzo D’Addario decidió recuperar la propiedad y reabrirla al público, fundando también la comunidad monástica de Pulsano. Desde 2010, las Ermitas de la Abadía de Santa Maria di Pulsano, con más de 34.000 reseñas, han sido elegidas “Lugar del Corazón” por el FAI (Fondo Ambiente Italiano).