Isla de Capri

La isla azul, llamada así por los espectaculares juegos de luces que cobran vida en sus cuevas salvajes, regala al visitante una atmósfera que parece haberse detenido en la época de «La Dolce Vita», llena de encanto y estilo inconfundible.

La isla azul, entre Farallones y la alta sociedad

La primera imagen que nos viene a la mente cuando pensamos en Capri es, sin duda, la de los Farallones. Imponentes y espléndidos, se alzan donde el agua es cristalina y refleja los rayos del sol. La isla azul, llamada así por los espectaculares juegos de luces que cobran vida en sus cuevas salvajes, regala al visitante una atmósfera que parece haberse detenido en la época de «La Dolce Vita», llena de encanto y estilo inconfundible.

Frecuentada a lo largo de los años por artistas, escritores e intelectuales de renombre internacional, la isla de Capri sigue asombrando también por su naturaleza virgen, tanto que aparece como un pequeño oasis en el corazón del golfo de Nápoles. Desde la gruta azul, parada imprescindible, a los maravillosos Jardines de Augusto, un pañuelo botánico por el que pasear en las horas más calurosas, para llegar al Monte Solaro, al que se accede con el impresionante teleférico que conduce al otro municipio, Anacapri. Irresistible es la Piazzetta, la zona más exclusiva del mundo, donde tomar un café o un aperitivo en compañía.